Hoy exploraremos el impacto de los nutrientes en nuestro Sistema Nervioso Central, cómo ciertos alimentos pueden contribuir a la rehabilitación y también discutiremos hábitos y prácticas saludables para una alimentación óptima.

¿Es lo mismo alimentarse que nutrirse?

A menudo, tendemos a pensar que sí, pero existen diferencias significativas.

La alimentación implica el acto de introducir alimentos en el sistema digestivo a través de la boca, que pueden ser sólidos, líquidos o gaseosos. Este proceso es consciente y educable.

Por otro lado, la nutrición es un proceso involuntario e inconsciente en el que el cuerpo transforma los alimentos en energía y materia.

Como sabemos, una buena nutrición, que incluye una dieta equilibrada combinada con ejercicio regular, es fundamental para mantener una buena salud. Una mala nutrición puede debilitar la inmunidad, aumentar la vulnerabilidad a enfermedades, afectar el desarrollo físico y mental, y disminuir la productividad.

Ludwig Feuerbach afirmaba: «Somos lo que comemos», y alguien agregó: «Somos lo que nos come». Pero la calidad de nuestra alimentación va más allá de simplemente consumir alimentos saludables; también depende de nuestro estado mental y emocional al comer. Comer bajo estrés, ansiedad o tensión puede afectar negativamente la digestión, incluso si estamos ingiriendo alimentos saludables.

El sistema digestivo se comporta como un «segundo cerebro» que reacciona a nuestro nivel de estrés, ansiedad y miedo. Problemas como diarrea recurrente, síndrome de intestino irritable y acidez estomacal pueden estar relacionados con nuestras respuestas emocionales a las dificultades y el estrés.

Entonces, ¿cómo comemos? ¿Dónde comemos? ¿Con quién comemos? Estas respuestas pueden impactar significativamente nuestra calidad de vida.

¿Qué implica una dieta saludable?

Durante la rehabilitación, el cerebro y, por ende, todo el Sistema Nervioso, además de estimularse, necesitan ser alimentados adecuadamente.

Aquí compartimos algunas pautas según la Organización Mundial de la Salud (OMS):

– Inclusión de frutas, verduras, legumbres, frutos secos y cereales integrales en la dieta.

– Consumo de al menos cinco porciones de frutas y verduras al día, excluyendo papas y batatas.

Limitación de la ingesta de azúcares libres a menos del 10% de la ingesta calórica total.

Limitación de la ingesta de grasas a menos del 30% de la ingesta calórica diaria, prefiriendo grasas no saturadas sobre las saturadas y trans.

Reducción del consumo de sal a menos de 5 gramos al día, preferiblemente yodada.

Hábitos y prácticas saludables que podemos optar para tener una buena rehabilitación

No obstante, no solo importa qué comemos, sino también cómo lo hacemos. Aquí hay algunos hábitos y prácticas saludables que pueden mejorar nuestra alimentación y, por ende, nuestro proceso de rehabilitación:

No saltearse comidas: Hacer todas las comidas es fundamental para una buena alimentación. Saltarse comidas puede enlentecer el metabolismo y favorecer la acumulación de grasas.

Desayunar adecuadamente: El desayuno es esencial, ya que proporciona la energía necesaria para empezar el día y puede ayudar a prevenir la ansiedad y los antojos.

Masticar bien: La masticación adecuada es esencial para una digestión óptima y puede estar relacionada con problemas de salud si no se practica.

Evitar alimentos no saludables: Eliminar alimentos poco saludables de nuestra dieta puede prevenir tentaciones innecesarias en momentos de ansiedad o estrés.

Identificar el motivo de comer: Comprender por qué comemos en situaciones de ansiedad nos ayuda a evitar patrones de alimentación emocional.

Mantenerse hidratado: Beber suficiente agua es esencial para un funcionamiento corporal óptimo y puede prevenir la acumulación de toxinas en los músculos.

Consejos para tener una buena nutrición durante el proceso de rehabilitación

Durante el proceso de rehabilitación, la nutrición desempeña un papel crucial. La colaboración con especialistas, incluidos nutricionistas, es esencial. Además, aquí hay algunos consejos adicionales a considerar:

– Usar aceites vegetales prensados en frío para preservar sus propiedades.

– Consumir verduras de hojas verdes oscuras, que son ricas en vitamina K.

Evitar productos como alcohol, chocolate, café, alimentos fritos y procesados.

– Incorporar suplementos de fibra para prevenir el estreñimiento y mantener un colon limpio.

– Incluir ácidos grasos poliinsaturados de pescados, semillas y frutos secos, que pueden acelerar la recuperación de células dañadas y aliviar la inflamación.

– Asegurarse de obtener zinc de alimentos como yogur, lentejas, judías, guisantes y espinacas, ya que es esencial para la cicatrización y el sistema inmunológico.

– Consumir vitamina B12 de productos lácteos y carne, ya que es fundamental para la creación de nuevo tejido muscular.

– Obtener vitamina A de alimentos como zanahorias, espinacas y mangos, que son esenciales para el crecimiento celular y la recuperación ósea.

– Incorporar vitamina B6 de alimentos fortificados, garbanzos y patatas con piel, ya que mejora la recuperación muscular.

– Consumir vitamina C de frutas y verduras frescas, especialmente cítricos y kiwis, para la formación de colágeno y la reparación de tendones y ligamentos.

No podemos subestimar la importancia de mantenerse bien hidratado, ya que el 70% de nuestro cuerpo es agua y esto es esencial para un funcionamiento óptimo. Se recomienda un control regular de la ingesta de agua, especialmente en climas cálidos.

Estos son consejos generales, y se recomienda consultar a un especialista que pueda diseñar un plan de alimentación personalizado según nuestras necesidades individuales y estilo de vida. Comenzar con metas pequeñas y construir hábitos alimenticios gradualmente es clave para el éxito a largo plazo. Nuestro cuerpo nos lo agradecerá.

En el Centro de Rehabilitación Larios, comprendemos la importancia crucial de la nutrición en el camino hacia la recuperación. Nuestro equipo multidisciplinario, liderado por profesionales altamente experimentados, te brinda tratamientos y terapias especializadas.

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